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¿Por qué algunas personas son más propensas a la adicción?

Seguro que más de una vez os habéis preguntado por qué hay personas que prueban una droga y no vuelven a tocarla, mientras que otras se enganchan sin remedio.

Es muy normal que los pacientes nos pregunten, sobre todo los mas jóvenes, suelen argumentar "pero es que mi colega también ha probado y el nunca tuvo problemas".

 Esto no es algo tan simple de explicar.

Vamos a hablar claro, sin rodeos ni tecnicismos: la adicción no es simplemente un mal hábito, es una enfermedad del cerebro. Y no todos tenemos el mismo riesgo de padecerla.

 

El papel del cerebro: cómo las drogas alteran nuestra torre de control

La adicción empieza en el cerebro. Así, tal cual. Cuando alguien empieza a consumir una droga, las señales químicas del cerebro se alteran. Y eso, amigos, no es moco de pavo.

Yo lo vi con mis propios ojos: una persona puede decir que va a dejar las drogas para siempre, lo dice a sus amigos, lo intenta… pero el cerebro le juega una mala pasada. 

Porque el cerebro tiene una especie de torre de control que dirige nuestras decisiones y, cuando metes sustancias en esa ecuación, esa torre empieza a fallar.

Las drogas actúan directamente sobre los centros de placer del cerebro. 

Al principio, te pegan el famoso "subidón", esa sensación intensa que engancha. Pero luego, con el tiempo, ya no es por placer, es por necesidad. Consumes para no sentirte fatal. Y ahí es donde empieza el verdadero infierno.

 

Genética y biología: ¿nacemos con predisposición a las adicciones?

Sí, aunque suene raro, hay quienes nacen con más papeletas para engancharse. Hay estudios que demuestran que la genética influye mucho. No significa que si tu padre fue adicto tú también lo vas a ser, pero sí que puede aumentar el riesgo.

Hay personas con niveles más bajos de dopamina, o con ciertas diferencias en sus receptores cerebrales, que les hacen más vulnerables. Y claro, si además eres impulsivo o tienes problemas para gestionar emociones, la mezcla puede ser explosiva.

Lo que quiero decir con esto es que no es culpa de uno mismo caer en la adicción, aunque desde fuera pueda parecerlo. Hay factores biológicos que no se ven pero que están ahí, actuando en silencio.

 

Entorno social y experiencias de vida: influencias externas que no podemos ignorar

Aparte de lo biológico, el entorno también juega un papel clave. Muchos empiezan a consumir por presión social, por encajar, por huir de problemas personales o familiares… y eso lo hemos visto todos.

Una persona que ha vivido traumas, abusos, abandono o simplemente una infancia difícil, tiene más probabilidades de buscar refugio en las drogas. Es su manera de anestesiar el dolor. 

No lo justifica, pero lo explica.

Y luego está el entorno social: si estás rodeado de gente que consume, si no tienes oportunidades, si te falta apoyo… es más fácil caer. Es muy distinto crecer en un entorno estable y seguro que en uno caótico.

 

La conexión entre salud mental y adicción

Esto es importante y no se habla suficiente. Muchos adictos sufren depresión, ansiedad, trastornos de la personalidad o estrés postraumático. 

Y en vez de ir al psicólogo, lo que hacen es automedicarse con drogas o alcohol.

¿Sabéis lo que pasa? Que parece que con un porro o una raya se sienten "normales", al menos por un rato. 

Pero esa sensación es temporal y falsa, y al final todo empeora. La adicción y los problemas mentales se alimentan mutuamente.

Por eso, si tú o alguien que conoces está pasando por algo así, lo mejor que podéis hacer es buscar ayuda profesional, y cuanto antes mejor.

 

El ciclo del subidón y la tolerancia: cómo se refuerza la dependencia

Al principio, como os decía, la droga da ese "golpazo", ese subidón que muchos describen como algo increíble. Pero con el tiempo, esa subida ya no llega igual. El cuerpo se acostumbra, desarrolla tolerancia.

Entonces necesitas más cantidad para sentir lo mismo. Y luego, ni con más lo logras. Al final consumes solo para no sentirte mal. Es como estar en una rueda que no para, y cada vez gira más rápido.

Eso es lo que lleva a muchos a recaer, incluso cuando quieren dejarlo. Porque no solo es un tema físico, también es psicológico. El cerebro ha aprendido a funcionar con la droga, y sin ella se vuelve loco.

 

¿Por qué es tan difícil dejar las drogas sin ayuda?

Esta es la gran pregunta. Y la respuesta es sencilla: porque el cerebro está enganchado, no solo el cuerpo. Las decisiones, los impulsos, la percepción del placer… todo está alterado.

Una vez escuché a alguien decir que había dejado las drogas por su cuenta. Que lo había conseguido. Pero luego, al poco tiempo, volvió a consumir. Porque no basta con querer, necesitas un plan, apoyo, y sobre todo, tratamiento profesional.

Yo siempre lo digo: dejar las drogas es difícil, pero no imposible. Solo hay que tener claro que intentar hacerlo solo es como pelear contra un león con las manos atadas.

 

Rompiendo el ciclo: el valor de pedir ayuda profesional

Aquí es donde entra lo realmente importante. Hay centros y profesionales que saben cómo tratar estas situaciones. Que entienden lo que pasa en el cerebro, en las emociones, y en el entorno de cada persona.

No estamos hablando solo de desintoxicarse. 

Eso es el primer paso. Lo importante viene después: reconstruir tu vida, reentrenar tu mente, recuperar tu autoestima y aprender a vivir sin depender de ninguna sustancia.

Si estáis buscando una opción de verdad, echa un vistazo a nuestro método MMS. No lo digo por decir: ahí se centran en un enfoque humano, real y completo. Nada de soluciones mágicas ni fórmulas vacías.

 

Comprender para prevenir

La adicción no es una cuestión de debilidad ni de falta de carácter. Es una combinación de factores genéticos, biológicos, psicológicos y sociales que pueden afectar a cualquiera.

Entender esto es clave para no juzgar, para empatizar, y sobre todo, para actuar a tiempo. 

Porque sí, hay salida. Pero para encontrarla, hay que pedir ayuda, apoyarse en profesionales y romper con el estigma.

Y lo más importante: si tú, o alguien a quien quieres, está luchando contra esto… no esperéis más. Cuanto antes se empiece el camino, más posibilidades hay de volver a vivir libres. Porque sí, se puede vivir mucho mejor sin.