
Cómo abordar adicciones en una familia extensa
Las adicciones no afectan solo a quien las sufre.
Cuando en una familia extensa hay un caso de adicción, la onda expansiva alcanza a todos: padres, hermanos, abuelos, primos… incluso a los que ni se lo imaginaban.
Y claro, con tantas voces opinando y con tanto vínculo cruzado, lo normal es que reine el caos.
¿Quién decide qué hacer? ¿Hasta dónde se mete uno? ¿Es mejor no decir nada para no empeorar las cosas?
Lo típico es que haya un grupo que quiere intervenir sí o sí, y otro que prefiere mirar hacia otro lado. Y mientras tanto, el que tiene el problema sigue igual, o peor.
Lo primero es entender que cuando hay una adicción en la familia, la familia entera está implicada, aunque no se quiera.
No es un asunto de “él o ella sabrá lo que hace con su vida”. Porque si no actuáis todos, la situación tiende a deteriorarse. Y rápido.
Además, no es lo mismo un hijo que vive contigo que un primo al que ves una vez al mes. Pero todos cuentan.
Porque incluso los que están lejos pueden ser parte del cambio… o del estancamiento. Una familia bien coordinada puede ser la diferencia entre tocar fondo o empezar a salir del pozo.
El error más común que cometemos como familia
El error más común es intentar ayudar sin saber cómo. Nos dejamos llevar por el instinto, por la culpa, por el miedo.
Y eso casi siempre lleva a dos caminos: o sobreproteger al adicto (consentirle todo para que no se enfade), o montar el número y soltarle verdades como puños. Ninguna de las dos sirve.
Otro fallo muy habitual es pensar que el problema se arregla solo. "Ya se dará cuenta", "ya madurará", "con el susto que se ha llevado basta"... Pues no.
La adicción no se cura con sustos ni con sermones. Necesita un abordaje estratégico, constante, y sí: profesional.
Y el colmo del error es culparse entre vosotros.
Que si “la culpa es de los padres que le dieron todo hecho”, que si “vosotros siempre le habéis consentido”, que si “es que en esa casa hay mucha permisividad”.
En serio: dejad de buscar culpables y empezad a buscar soluciones. Nadie tiene la culpa, pero todos tenéis responsabilidad.
Qué NO funciona (aunque te digan lo contrario)
No funciona rogarle que cambie. No funciona vigilarle el móvil o buscarle las drogas en el cajón. No funciona darle dinero para que no robe.
Y desde luego, no funciona mirar para otro lado esperando que se le pase. Todo eso ya lo sabéis, porque seguro que lo habéis intentado.
Tampoco funciona ir todos los primos, tíos y amigos a decirle lo mismo a la vez. Eso, lo único que consigue, es que se cierre más en banda.
A veces, incluso, con la mejor intención, la familia solo consigue que la persona con adicción se aleje aún más.
Y cuidado con pensar que es cuestión de fuerza de voluntad, o que es un problema de adolescencia, o que “le pasa por juntarse con mala gente”.
La adicción es una enfermedad compleja. Tiene que ver con la mente, con el cuerpo, con el entorno, y con cómo se enfrentan (o no) los problemas.
Lo que sí puede marcar la diferencia en la familia
Aquí va una verdad que duele: la persona con adicción probablemente no va a cambiar sola.
Ni siquiera porque os quiera mucho. El cambio empieza cuando la familia actúa como un equipo.
Lo primero es dejar de actuar cada uno por su cuenta. Es vital tener un plan común. Hablar, acordar, coordinarse. Y eso pasa por informarse juntos, entender bien la adicción, y tener claro qué hacer y qué no hacer.
Hay herramientas para ello, no hace falta inventarlas.
Lo segundo es poner límites claros, con cariño pero sin titubeos.
No se trata de castigar, sino de decir: “hasta aquí”, y mantenerlo. Si decís que no vais a prestarle más dinero y al día siguiente lo hacéis, el mensaje se va al traste.
Y lo tercero, y más importante: buscar ayuda profesional especializada.
Y si puede ser una ayuda que también acompañe a la familia, no solo al adicto, mejor que mejor. Porque vosotros también necesitáis guía y apoyo.
Cómo intervenir sin montar un drama familiar
Hay una forma de intervenir sin broncas ni teatros: una intervención planificada y emocionalmente inteligente.
No se trata de echarle en cara lo que ha hecho, sino de mostrarle cómo le afecta a todos y que hay un camino real para salir.
Eso sí: hay que preparar el terreno. Reunirse previamente los miembros clave de la familia, tener claro qué se va a decir, qué límites se van a poner y qué opciones se le van a ofrecer. No improviséis, porque puede salir muy mal.
También hay que tener un profesional que os acompañe en la intervención.
Alguien que sepa guiar el proceso, que pueda mediar si la situación se descontrola y que tenga claro qué hacer si la persona rechaza la ayuda. Esto no se improvisa, y no se hace solo con buena voluntad.
El Método Muchomejorsin: una vía real de ayuda familiar
Aquí entra en juego algo que realmente funciona porque está pensado para familias como la vuestra: el Método Muchomejorsin (MMS).
No es el típico curso online con consejos genéricos. Es un programa de intervención familiar real, diseñado para actuar de forma estructurada.
El método MMS trabaja con toda la familia, no solo con el que tiene la adicción. Porque si cambia el entorno, cambia el resultado.
Está pensado para que sepáis qué hacer en cada momento, qué decir, cómo poner límites, cómo actuar en grupo.
Y todo con el acompañamiento de expertos que han pasado por ahí mil veces.
Además, dentro del propio sitio web Muchomejorsin.com encontraréis recursos, programas de acción, guías prácticas y opciones para que no estéis solos en este camino.
Si de verdad queréis dejar de vivir en la incertidumbre y pasar a la acción, este es el camino más directo y seguro.
Qué hacer si tu familiar no quiere ayuda
Esto es clave. ¿Y si él o ella no quiere saber nada de terapia? ¿Y si dice que no tiene un problema? Tranquilos. Es lo más habitual.
La negación es parte de la adicción. No lo interpretéis como una derrota.
El enfoque del MMS, por ejemplo, está preparado para eso. Porque parte de la base de que la familia puede actuar aunque el adicto no quiera.
Y de hecho, muchas veces es ese cambio familiar el que acaba provocando que acepte ayuda.
Lo importante es no forzar, pero tampoco rendirse. No vale eso de “bueno, si no quiere, no se puede hacer nada”. Sí se puede.
Pero hay que saber cómo. Y sobre todo, hay que estar preparados para que cuando diga “vale, ayudadme”, tengáis todo listo para actuar rápido.
Cuándo y cómo pedir apoyo profesional
Si estáis leyendo esto es porque ya estáis preocupados.
Y si estáis preocupados, es el momento de pedir ayuda. No esperéis a que pase algo grave.
Cuanto antes se actúe, mejor. Y si no sabéis por dónde empezar, Muchomejorsin.com puede ser vuestro primer paso.
No hace falta tener todo claro, ni tener la certeza de que lo va a aceptar. Solo necesitáis tener la voluntad de hacer algo diferente y mejor. Y eso ya es mucho.
Pedir apoyo no es un fracaso. Es un acto de responsabilidad. Lo que no se aborda, empeora. Y lo que se aborda con conocimiento, con estrategia y con apoyo profesional, mejora. Así de claro.
Conclusión: o actuáis todos, o no se sale
En una familia extensa, la adicción no es solo del que la padece, es de todos. Y solo si actuáis como equipo, con un plan y con ayuda, podéis cambiar el rumbo.
Nada de mirar para otro lado. Nada de tiraros los trastos entre vosotros. Nada de pensar que con amor y paciencia basta. Aquí hace falta estructura, límites, apoyo y una dirección clara.
Y sí, es duro. Pero también es posible. No sois los primeros que pasan por esto, y no tenéis por qué hacerlo solos. El camino existe, y empieza por actuar.